Los policías quieren verle el pito

Cuerpos. Se trata de resignificar los cuerpos, o mejor, de reafirmarlos. Alzarlos como son en su seducción verdadera, que es la verdaderamente sentida. Su erotismo escapa del acondicionamiento sugerido, del que ya está. Y que está siempre, en los anuncios publicitarios, en la programación más vista de la tv, en los productos de las góndolas multicolores. Mujeres sonrientes y serviles desde la década de los cincuenta. Hombres demostrando su hombría de cancha irreverente desde la prehistoria. Pero esa irreverencia es en realidad respeto, no hay que confundirse. Se ensalza en rosas al hombre más fuerte, al emperador, al general, al jugador goleador que enseña esos muslos de acero dominante, de hoja de afeitar, de desodorante, de sauna y vestuario. Se lo niega, pero no sólo vivimos en una sociedad machista, además es inevitablemente homoerótica, y esta idea provocará reprobación en varios.

Lolita Golpeada es manoseada por unos policías bigotito bulto frágil. Tienen hijos, comen asado los domingos, los dos son de Boca y los dos se mueren por verle el pito a Lolita, despellejar su verdad femenina, arrancándole el maquillaje para verla como ellos la pretenden real: como un muchachito delicioso. El bigotito hambriento recorre su cuerpo niñx, su piel suave de muñecx de trapo. Se babean los sádicos asquerosos; son tíos amigables, esposos confiables, respetados y les encanta friccionar sus manos en el culito del muchacho apresado que es en realidad muchacha, porque ellos no quieren el órgano de sus matrimonios, ellos quieren lo verdaderamente carnal. Le bajan la tanga y estrujan el pito de Lolita, lo aman y son monstruos. Es una verga lo que buscan realmente, encontrarla en la amputación comercial de la esquina oscura. A Lolita se le aprieta su pene, se la repudia, se la silencia violentamente y se la tortura en el anclaje involuntario de su marginalidad de prostituta: el macho legítimo no puede tolerar el hecho de que el cuerpo de las travestis es auténtico.

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Fabro Tranchida

Buenos Aires, 5 de diciembre de 2008