15 ago 2008

Arquearle las pestañas al heterosexismo


Recortar y recortarse. De eso se trata una selección de dibujos en una muestra de arte. Ante todo un recorte del artista en tanto persona.

La obra se muestra como un mosaico, en el que cada pieza es en sí misma un todo, pero un todo que no deja de ser parte de otro mayor, en el cual cobra sentido su existencia. Así, esos mundos pequeños, autónomos, son el reflejo de una vivencia que los atraviesa con el trazo de la tinta: fruto de la misma mano y los mismos ojos. Y un tipo de vínculo es claro entre esas autonomías: la vivencia de la sexualidad.

¿Por qué el protagonismo de este vínculo entre los objetos letrados? Ese es el recorte que realiza el artista para la muestra, recorte que no es caprichoso: la sexualidad, más aún, las representaciones que se crean en torno a ella, moldean al individuo, forjando su identidad y relación con el mundo exterior. Y estas representaciones nacen de la experiencia (acervo de conocimiento social disponible) y la experimentación (creación de nuevas representaciones a partir de las prácticas actuales propias). En este sentido entonces debe comprenderse el propósito de arquearle las pestañas al heterosexismo: Lograr la ruptura con el legado de una experiencia hostil, representada en la obra con el símbolo de la cruz, la división del pueblo que margina a sus elementos “no deseables”, despreciándolos, mirándolos de reojo, generando la necesidad –para sobrevivir– de enmascararse y maquillarse (no para resaltar sino para ocultar); y luego de la ruptura, buscar la experimentación, la reinterpretación de los actos, el reconocimiento quitándose el maquillaje, con los besos en la espalda, la sonrisa entre la nieve y las manos en los guantes entregándose al delicioso encuentro del afecto que desconoce de pudor, como el de los muchachitos amados de Pasolini, periférica luz del mundo.



Martín A. Oliva

Buenos Aires, 12 de Agosto de 2008

1 dejar comentarios ))):

Unknown dijo...

yo quiero romperle la trompa al heterosexismo